martes, 28 de enero de 2014

Acto 1 - Escena 4: El escudo y la niebla negra

(extraído del site del juego: http://sites.google.com/site/juroceweb )

De entre los árboles apareció un corpulento humano de cabello oscuro y facciones aguileñas. Vestía ropas comunes, cubiertas de una camisa de cota de malla, y algunas placas para proteger hombros y articulaciones. En el cinto colgaba una rústica espada ancha, a medio desenvainar, mientras que fírmemente en uno de sus brazos se sostenía el escudo que había golpeado al maleante. Éste se empezó a ahogar, mientras inhalaba el oscuro vapor. El guerrero retrocedía ante la nube, apuntando la lanza hacia ella y el maleante, pero convencido de que cualquier esfuerzo por dañar físicamente a ese gas era inútil.

Parte de la nube se acercaba al claro de la fogata, mientras un grito del maleante se convertía en ahogo mientras éste se retorcía en el piso. Se sacaba con desesperación un frasco roto de entre los bolsillos de sus ropajes, al tiempo que se arrastraba huyendo de la niebla.

El guerrero retrocedió un par de pasos, manteniendo el escudo y la punta de la lanza entre él y la nube, pero tratando de mantener la mirada sobre el maleante. Al tiempo lanzaba un vistazo rápido sobre el área de la fogata para ver que nadie más estuviera en peligro ante el avance de la peligrosa nube. No pudo dejar de extrañarse en ver como un Worg era llamado por el humano bárbaro. Los Worgs eran conocidas como inteligentes y perversas monturas de los goblins y otras criaturas malignas, pero este respondía al llamado de un bárbaro.

El niño monje secó una lagrima con su túnica, al confirmar que quien había recibido su ataque, había muerto. Trataba de contener la hemorragia ya sin pulso, hasta que el anciano túnica negra le indicó que se retirara, pues el misterioso gas se acercaba hacia ellos. Tenía un libro en su mano, y mientras retrocedía un poco, revisaba sus páginas con fruición.


El humano se aproximó con cautela al grupo, manteniendo el escudo por delante y la punta de la lanza en guardia hacia el Worg, mientras decía en idioma común: - ¿Esa bestia está con ustedes? ¿Quiénes sóis?

- La "bestia", es mi amigo -
dijo el bárbaro, mirando con recelo tanto al humano como a la niebla que se acercaba hacia el grupo. - Mi nombre no tengo por qué dártelo.- Revisó con preocupación a la loba y procedía a levantarla mientras el Worg gruñía en dirección a la niebla.
El centauro se irguió, limpió algo de la tierra que tenía encima, sin tocar la sangre de la que se había impregnado. Se resintió de sus heridas, e intentó no demostrar el dolor que sentía, su orgullo antes que nada. Ubicó el arco que había arrojado durante la emboscada, lo tomó y alzó por encima de su cabeza en señal de victoria, gritando su nombre:
            “ISPOPLES…! Es mi nombre” 
Cruzó sobre pecho el brazo que tenía libre, y cerrando sus ojos asintió con la cabeza en señal de reverencia. Luego, señaló con la punta de su arco al desconocido que se acercaba, y le increpó:
            “Caballero portador del escudo! ¿Vuestro nombre por favor?”
Observó la niebla negra que se acercaba, notando que su movimiento no va acorde con el viento, para alguien que se especializa en la caza con flechas, resultaba muy extraño. Pasó a señalar con su arco a la extraña niebla, y preguntó:
            La niebla negra, ¿Es vuestra?
Volviendo a señalar al extraño que se acercaba.
- Mi nombre es Jin Firesoul, y hago patrullas por estos caminos. Y la niebla la provocó ese maleante - dijo el humano, mientras apuntaba la lanza hacia el sujeto que se retorcía en es suelo.  Cuidando mantenerse a salvo de la niebla, bajó un poco el escudo para que el centauro pudiera verlo mejor.  Luego, viendo al anciano de túnica, le dijo: - ¿Anciano, conoces alguna manera de disipar esa niebla?
 - Hmm... No. Pero puede que pueda saber, cómo saber qué es la niebla, o saber si es mágica - El viejo hablaba medio respondiendo, y medio "para sí", buscando algo en un viejo libro que con seguridad debía tener más de 40 años. El bárbaro miraba con recelo al medioelfo y al anciano. Como la mayoría de los bárbaros, desconfiaba de los no-humanos, y la tribu particular de Eldrak, veía con sumo temor a la magia y sus practicantes, y el anciano claramente era un practicante. El no-humano mestizo había hablado de forma muy extraña, gesticulando como los magos, pero nada había pasado. Era mejor no confiarse demasiado.

A juicio del medioelfo, muy a pesar de su natural curiosidad por lo mágico, no era momento de experimentos. Esta niebla no era algo que hubiese visto antes, pero no aguraba nada bueno.
- No creo que tengamos mucho tiempo para estudios, aunque aprecio lo valioso de sus acciones, maese Osbearn. Considero sensato irnos de aqui de inmediato. Tomemos a los heridos y pongamos terreno entre esta abobinación y nosotros.

Espetó, mientras se terciaba el arco al hombro. Giró sobre sus talones, Emprendiendo su camino fuera del claro y dijo por encima de su hombro izquierdo:

- ¿Habrá alguno de ustedes que conozca a un kender con una peculiar fascinación con las aves y sus plumas?

Eldrak revisó aparte a Trygg, usando lo que tenía a mano para evitar que sus heridas empeoraran, sin embargo, mantenía sus oidos atentos a la charla del grupo. No muy seguro de ser capaz de cuidar a Trygg y escuchando una referencia de Tarasal, o asi lo parecia, decidio seguir al grupo, cargando a Trygg con sumo cuidado.

Jin pensaba para sí - (Vaya un grupo peculiar) - mientras se acercaba a ellos y relajaba la pose de combate.  - Vayamos juntos, quizás una lanza extra les haga falta en algún momento - propuso, mientras comenzaba a caminar para acercarse más a aquella curiosa reunión de razas y profesiones.

Los quejidos del asaltante cesaron. Lo poco que se veía de su rostro mostraba a través de la niebla, una textura arrugada, sin vida. La niebla empezó a viajar de forma más rápida, y se hizo más densa e impenetrable. Se distinguían claramente 4 direcciones en las que la niebla parecía extender tentáculos. Tres avances de la niebla eran hacia los otros asaltantes caídos, mientras que una tercera porción de la niebla avanzaba inexorable hacia el bárbaro humano.

"Batin corak sihir saya" - dijo el anciano en túnicas de necromante, mientras levantaba la vista del libro y hacía círculo imaginario frente así, en dirección hacia la niebla. Abrió los ojos con alarma - "Esta magia está encantada, pero hay mucho de su poder que no es de la hechicería, maese Ragnarok, debemos correr, diría yo".

El barbaro podía concluír lo mismo, pues la niebla le perseguía, y aumentaba su rapidez a medida que se "alimentaba" de los cuerpos de los asaltantes. La herida de puñal dolía un poco al moverse, pero tendría que correr más rápido. El worg llegó rápidamente a su lado, esquivando a la niebla.

- Síganme!

Dijo el medio elfo, mientras una parte de la niebla que se dirigía hacia el bárbaro se volvió a separar. Como si fuera un dedo de una mano hecha de niebla, se dirigió hacia el medio-elfo. Éste partió a paso ligero en dirección a Solace. Giraba su vista con intención de tener una percepción de la velocidad de los heridos y juzgar si podían correr como el resto.

El bárbaro logró montar al worg, cargando a la loba inerte. Ispoples, con mucho dolor, siguió el paso indicado por el medio-elfo. Osbearn y Uthm seguían de cerca al hechicero legionario. Jin iba de último, pendiente de que nadie quedara atrás. Ispoples galopaba con facilidad entre los árboles, y echaba un ojo hacia atrás, confirmando que la niebla quedaba rezagada.

Participantes en la escena:
Gocho (Eldrak el bárbaro de las montañas, maestro de las bestias),
Wladimir (Ispoples el centauro luchador),

César (Osbearn, ex-miembro de la Orden de Nuitari, de la Alta Hechicería, ahora hechicero vagabundo).
Kenny (Gwydeon el medio-elfo hechicero legionario)
Guácharo (Jin Firesoul guerrero human)
Orestes (Narrador)

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